nuestra conducta. Richard Dawkins. Salvat Ciencia.
19761, 1989. ISBN: 8434501783. Español. Título
Original (inglés): The Selfish Gene. 408 páginas.
Entradas en la Wikipedia: EL Gen Egoísta, The Shelfish
Gene, Richard Dawkins.
Somos máquinas de supervivencia,
autómatas programados a ciegas con el fin de
perpetuar la existencia de los egoístas genes que
albergamos en nuestras células"
Así de rotundo es el comienzo del libro en el que el etólogo Richard
Dawkins popularizó la teoría de que los genes son las verdaderas
«unidades» centrales de la evolución, en vez de
los individuos como los animales o las plantas. De esto hace ya
casi treinta años, pues el libro se publicó en 1976. Según Dawkins, los
genes primigenios nos crearon a las personas y los animales, quienes
somos en realidad meras «máquinas de transmisión». Como máquinas
podemos funcionar mejor o peor en nuestro entorno y de este modo
continuar la cadena (garantizar la supervivencia y reproducción de los
genes) a lo largo del tiempo, o perecer en una selección evolutiva. En su
momento fue una forma de ver las cosas al revés sobre muchas ideas
tradicionales sobre la evolución centrada en los individuos o las
especies (por no hablar respecto a las ideas religiosas al respecto), pero
actualmente hay cierto consenso en la comunidad científica sobre que
esta idea es la que probablemente más se acerca a la realidad.
Una gallina es, simplemente, el método que usan los huevos para hacer más huevos"
El libro comienza con unos cuantos capítulos dedicados a explicar cómo
funcionan los distintos tipos de reproducción, los genes como unidad de
hay muchas explicaciones con ejemplos del mundo animal sobre cómo
reinterpretarse dicha selección desde el punto de vista del gen en vez
de hacerlo desde el del individuo. Cuestiones como las batallas entre
generaciones, sexos o la cooperación entre animales se explican a fondo
y con todo tipo de interesantes situaciones reales que pueden
maravillar al lector, provenientes de zoólogos anteriores a Dawkins.
Pero, aunque entretenida, esta no es nada más que una mera
introducción a lo mejor que ofrece el libro, que mejora a medida que
avanza hacia un espectacular final.
Los capítulos más interesantes de El Gen Egoísta son, tal vez, los que se
añadieron en la edición revisada de 1989, después de que Dawkins
entre seres vivos o, en este caso, los replicadores que los «manipulan»
para su interés.
A ese genial capítulo (con muchas referencias informáticas, por cierto)
le sigue el dedicado a los memes, los «nuevos replicadores», donde
Dawkins inventa e introduce el concepto de meme: un replicador
que no es un ser vivo, sino una información cultural que se
replica y transmite: una canción, una frase, un chiste, una moda, la
fe o la idea de Dios serían algunos ejemplos. Dawkins propone que su
comportamiento es similar, por no decir igual, al de los genes en un
entorno evolutivo darwinista. El propio concepto de meme ha sido un
meme poderoso que se ha difundido hasta la saciedad durante las últimas
décadas en los más diversos terrenos como la sociología y el márketing -
tanto que casi se ha vulgarizado, pese a su intrínseca belleza.
Finalmente, los últimos capítulos introducen algunos conceptos más
también muy interesantes, en especial sobre los seres humanos y su
entorno cultural. La Cultura es sin duda lo más asombroso de los seres
humanos respecto al resto de los animales. Algunos ejemplos de
Dawkins sobre comportamientos en situaciones límite, como las
aspecto y constitución de un ser vivo, pero también el
entorno al que dicho ser vivo afecta. Los castores crean presas
que se extienden cientos de metros en los lagos, que en realidad
habrían sido creadas no por el castor (la máquina), sino por los genes
del castor (que aprendieron a construir presas para reproducirse
mejor, de forma evolutiva). A los humanos nos asombraría
sobremanera que los delfines construyeran redes de pesca
cuidadosamente tejidas de cientos de metros para capturar a otros
peces - pero eso es exactamente lo que hacen las arañas para
alimentarse - aunque, como son insectos, no valoramos del mismo
modo su hazaña. Pero son también los genes de la «máquina araña» los
que crean esas proezas de ingeniería. Los seres humanos no somos
muy distintos: somos máquinas realmente prodigiosas y tenemos la
Cultura, pero no dejamos de ser más que máquinas de reproducción
para nuestros genes, quienes nos construyen par replicarse siguiendo
las leyes de selección natural.
El resumen final de Dawkins, ocupa un par de páginas y podría
abreviarse en algo así:
La unidad fundamental, el primer impulsor de la vida, es el replicador. Un replicador es cualquier cosa del universo que hace copias. Los replicadores se generan, en primer lugar, por casualidad (...) Si embargo, ningún proceso de copia es perfecto y la población acabará conteniendo algunas variedades que difieren entre sí (...) se encontrarán en posesión de nuevos trucos: se han vuelto mejores autorreplicadores que sus antecesores y contemporáneos. Son sus descendientes quienes dominarán la población (...) Los replicadores no sólo sobreviven en virtud de sus propiedades intrínsecas sino también por sus consecuencias en el mundo. Estas pueden ser bastante directas (...) En cierto punto de la evolución de la vida en nuestro planeta, esta conspiración de replicadores mutuamente compatibles comenzó a formalizarse en la creación de vehículos discretos: células y más tarde, cuerpos pluricelulares. Este empaquetamiento de materia viva en vehículos discretos se convirtió en una característica tan destaca y dominante que, cuando los biólogos aparecieron en escena y comenzaron a plantear cuestiones acerca de la vida, sus preguntas se centraron en la mayoría de los casos en los vehículos, en los organismos individuales (...) Requiere un deliberado esfuerzo mental volver a poner las cosas en orden en biología y recordar que los replicadores fueron los primeros, en importancia y en la historia.
En su día el libro de Dawkins resultó muy polémico tanto fuera de la
comunidad científica como dentro de ella, pero hoy es ampliamente
aceptado. Fuera de ella fue y es tremendamente criticada, pues incluso
en los albores del siglo XXI hay quien todavía discute la evolución frente
al Diseño Inteligente . Naturalmente, mucha gente no entendió las teorías
de Dawkins y dieron lugar a muchas interpretaciones, del mismo modo
que existen muchas interpretaciones de la teoría de la evolución de Darwin.
Tuve la suerte de que la primera versión que leí hace ya muchos años fuera
la segunda edición en inglés (de 1989) donde ya aparecían los conceptos de
meme y las impecables explicaciones sobre teoría de juegos y cooperación
y que por ahí consiguió cautivarme. La vehemencia en la exposición de algo
radicalmente distinto a lo establecido («no le des más vueltas: las personas
somos máquinas, los que mandan son esos pequeños genes») me impactó
profundamente y dio lugar a largas charlas y meditaciones al respecto.
divulgativos si cabe. Con el tiempo, al releer este libro, los primeros capítulos
me han parecido, si bien necesarios, algo decorativos y demasiado académicos.
Pero me siguen pareciendo igual de impresionantes y poderosas los capítulos e
ideas finales, aunque por alguna razón suenan menos «revolucionarias», tal vez
porque ya han sido perfectamente asimiladas por (casi) todo el mundo en las
últimas décadas.
Hay muchas reseñas y páginas interesantes sobre este libro en Internet, como los enlaces que hay a continuación. Si conoces alguna más que merezca realmente la pena, añádela a los comentarios: